domingo, 15 de diciembre de 2013

¿EN QUÉ AÑO NACIÓ JESÚS?



En el año 2012 asistimos a un controversia que pareció nueva siendo muy vieja: la  provocada por Benedicto XVI al llamar, tímidamente, a la conciencia cristiana a favor de la desaparición de la mula y el buey en el nacimiento de Jesús, porque es sabido que la inspirada e inteligente frase original del profeta Habacuc “Señor, tu te manifestarás entre dos edades” habría llegado a la versión latina traducida por la insustancial e insignificante: “Señor, tu te manifestarás entre dos animales”. La sugerencia del Papa, que pretendía hacer justicia a la exactitud, levantó ampollas en las sensibilidades más solidarias a la tradición rutinaria. Podrían, no obstante, multiplicarse por mil las inexactitudes, sin que lo más importante de la religión cristiana sufriera el más mínimo descrédito que, en opinión de creyentes e incrédulos, es la doctrina y/o principios morales que predica. Es decir, el contenido y no el cascarón.


Conforme a las exigencias que el mundo moderno tiene para con los acontecimientos más importantes, los historiadores han buscado, en los hechos de la vida de Jesús, la verificación de que determinados pasajes, efectivamente, fueron bien recogidos por los evangelistas, o por el contrario llegaron hasta nosotros de forma equivocada o caprichosa. Pocas cosas escapan a ese afán investigador, y el año del nacimiento de Jesús no es una excepción, por más que la tradición lo haga coincidir con el primer año de nuestra Era, y sea ésta sea la intención primitiva. El error en la datación cronológica sería en primer término atribuible a Dionisio el Exiguo, monje y matemático sirio que vivió en Roma en el siglo VI y primero en plantear el antes y después de Cristo, equivocadamente, al hacer coincidir el año 1 con el año 753 de Roma. En segundo término, y a la luz de los estudios que se realizaron en el siglo pasado, las contradicciones de los hechos que narran los Evangelios, son difícilmente conciliables. Veamos. 


Si queremos que Jesús naciera en época de Herodes, y en los días en que se llevaron a cabo represiones masivas, no hablaríamos del año 1, sino de los años –7 ó –4. En el primero se produjo la confabulación  de  Aristóbulo y Alejandro, hijos de Herodes y de su primera mujer, Mariana, en un movimiento que es derrotado por el rey, quien provoca el linchamiento sangriento de  sus 300 partidarios en Jericó, y ordena degollar a sus propios hijos en  Sebaste de Samaria. El episodio pasó a la historia como “degollación de los inocentes”. Y no se produjo la coincidencia con la aparición de un fenómeno de dimensiones celestes, presuntamente un cometa, sino con la conjunción de Saturno y Júpiter entre los meses de Febrero y Diciembre de ese mismo año que podrían sustituir a la visión del cometa Halley,  del que los astrónomos dicen que se hizo visible el año –22.


Tres años después, en el  –4, se sucedieron dos insurrecciones populares con las que pudieran identificarse las matanzas, y con el coste de muchas vidas humanas. La primera antes de la muerte de Herodes el Grande, y la segunda después. Si es preceptivo que Jesús naciera en vida de Herodes, debemos recordar la primera dirigida por Judas hijo de Serifa, y Matias hijo de  Margaloth, quienes derribaron el águila de oro, con que Herodes mandó embellecer, paganizando, la puerta principal del templo de Jerusalén, un emblema que burlaba  notoriamente la fe judía y complacía al emperador de Roma. El movimiento sedicioso acabó con 40 revoltosos degollados y ambos cabecillas quemados vivos. Y la fecha exacta en que se produjeron estos acontecimientos debiera ser el l3 de Marzo de ese año, en que se hace visible el eclipse  lunar observado desde Palestina, según cuenta Flavio Josefo. 


            La segunda de las sublevaciones del año –4, la sofocará Varo, gobernador de Siria, quien al mando de dos legiones y numerosas fuerzas auxiliares, la resuelve con 2.000 prisioneros judíos crucificados y otros muchos vendidos como esclavos, pero para esa fecha Herodes habría muerto. Desde entonces la historia de los judíos es la historia de un inaplazable deseo de venganza y liberación, los levantamientos en armas y rebeliones intermitentes en Galilea y Judea, contra los romanos, y en apoteósica y temeraria crudeza, no cesarán hasta la destrucción de Jerusalén, en el año 70, por las fuerzas de quien más tarde será emperador romano: Tito.  


Diez años  después, en el 6 d. d. C. se produce un importantísimo suceso que recuerdan los Evangelios, ligado al nacimiento de Jesús y de difícil conjugación con las fechas anteriores: El empadronamiento. El emperador Augusto hace de Judea una provincia romana, y la explotación sistemática de sus recursos, con la consecuente recaudación de impuestos a los nuevos ciudadanos, requiere de la elaboración de un censo de la población. El resultado de la concesión de la ciudadanía romana es la formación del partido Zelote y la multiplicación de los sicarios, la radicalización y el odio visceral a Roma, (la Nueva Babilonia) la exacerbación de los ánimos, el mesianismo, la utopía teocrática nacionalista revolucionaria, y la lucha por la independencia del pueblo judío que escribe con sangre los días de mayor heroísmo de su historia. Sin embargo, y en el empeño de conocer el año del nacimiento de Jesús, este capítulo, que afirmaría su nacimiento en Belén, lugar donde naciera el rey David, contradice la posibilidad del hecho en vida de  Herodes, distanciándolo, al menos, en una década. Tal vez no hubiera otra intención, al casar estas contradicciones, que la del deseo de ver cumplida una profecía antigua, y tal vez deban los papas proseguir instruyéndonos sobre algunos errores que la historia pone en cuestión. 
 

Tengo un amigo entre el clero que sonríe cuando se lo hago ver.


Felices fiestas a todos, y que 2014 os atienda con generosidad.




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